Primera semana de Adviento

Salvador Bravo Oe4-169 y José María Alemán
Quito, Ecuador

INFO

Primera semana de Adviento

  1. Ruega por la Gracia. Perdonar a nuestros enemigos, orar por ellos y amarlos, va mucho más allá de nuestra naturaleza humana caída. Necesitamos -desesperadamente- las abundantes gracias de Dios. San Agustín decía que todos somos mendigos ante Dios. Por lo tanto, debemos pedir la gracia de perdonar cuando somos puestos a prueba. ¡Dios no nos la negará!
  2. Perdona inmediatamente. Cuando estamos ofendidos, a menudo el diablo trabaja en nosotros de inmediato fomentando en nuestra mente pensamientos de venganza diametralmente opuesto a la enseñanza de Jesús. Debemos resistirlos y rechazarlos tan misericordia de Dios y perdonamos de inmediato, existe una buena posibilidad de que la victoria sea nuestra. En suma, hay que ser rápidos para rechazar los pensamientos vengativos ¡y aún más rápidos para perdonar!
  3. Humildad. Otra arma espiritual eficaz que tenemos en nuestro arsenal es la de la humildad. ¿Cómo? De este modo: si el perdón resulta laborioso y casi imposible, entonces recuerda tu peor pecado a tu pecado más embarazoso y el hecho de que Dios te perdonó esto tan pronto como rogaste su misericordia y perdón. Lo más probable es que la ofensa que se te dirigió haya sido mínima en comparación con tu pecado más grave o embarazoso. ¡Esto puede ser una herramienta muy poderosa para abrir tu corazón a la misericordia y al perdón! 
  4. Misericordia es un cambio de ida y vuelta. Recuerda que recibir la misericordia de Dios no es un camino sin salida, sino más bien una calle de dos vías. ¿En qué sentido? Jesús dijo: "Sed misericordiosos como su Padre Celestial es misericordioso". Por lo tanto, si queremos experimentar la misericordia infinita de Dios en nuestras vidas, debemos extender nuestra mano de perdón hacia aquellos que nos han ofendido. El Padrenuestro nos enseña la misma lección. "Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Santa Faustina Kowalska en el Diario de la Divina Misericordia Infinita. Los seguidores de Jesús deben practicar esta sublime pero muy exigente virtud. La misericordia es el amor de Dios que perdona al pecador. Decidir perdonar a nuestros enemigos es una clara señal de la victoria de la Gracia y misericordia de Dios en nuestras vidas.
  5. Jesús dio su sangre en la cruz por ti. Posiblemente la fuerza motivadora más convincente para obligarnos a perdonar a los que nos ofenden sea la serena pero seria contemplación de Jesús colgando de la cruz, derramando cada gota de Su Preciosisima Sangre para salvar a toda humanidad, pero en particular mi alma inmortal. Después de ser herido y tal vez no dispuesto a perdonar, levanta tus ojos para contemplar a Jesús, mientras Él cuelga de la cruz. Recuerda lo que ya ha pasado: salivazos, azotes, corona de espinas, negado por Pedro traicionado por Judas, condenado siendo totalmente inocente, clavado en la cruz y derramando cada gota de Su Preciosa Sangre. Y lo primero que pide es: "¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!". Escuchando, contemplando y meditando este pasaje de su amarga pasión, se tendrá la herramienta.

 

Padre Juan Carlos Jiménez

Párroco de la Parroquia